Rafael Uzcategui
El 4 de febrero de 2014 estudiantes de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, ubicada en el interior del país, realizaron una protesta debido al abuso sexual contra una compañera debido a la situación de inseguridad de la ciudad. La manifestación fue reprimida y varios estudiantes detenidos. Al día siguiente, otras universidades del país realizaron su propia protesta pidiendo la liberación de estos detenidos, siendo a su vez reprimidos y algunos estudiantes encarcelados. La ola de indignación tenía el contexto de la crisis económica, la situación de escasez y crisis de servicios básicos, así como el comienzo de la aplicación de un paquete de medidas económicas por parte del presidente Nicolás Maduro. Dos políticos opositores, Leopoldo López y Maria Corina Machado, intentan capitalizar la ola de descontento convocando a nuevas manifestaciones bajo el lema de “La Salida”, para presionar por la renuncia del presidente Maduro. Su llamado también reflejaba las divisiones a lo interno de los políticos opositores y el deseo de desplazar el liderazgo de Henrique Capriles, quien rechaza públicamente las protestas. La coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD), tampoco las apoya.
El gobierno, al reprimir las protestas, logra que las mismas se extiendan por todo el país. El 12 de febrero de 2014, personas en 18 ciudades se movilizaron por la liberación de los detenidos y en rechazo al gobierno. En algunas ciudades del interior, particularmente castigadas por la escasez y la falta de luz y agua, las movilizaciones son multitudinarias. En Caracas tres personas son asesinadas en el marco de manifestaciones. El gobierno culpa de las muertes a los propios protestantes, pero el diario de mayor circulación del país, Ultimas Noticias, quien recibe el mayor presupuesto publicitario del gobierno, revela mediante fotografías que los asesinos eran funcionarios policiales. Como respuesta, Nicolás Maduro afirma en cadena de radio y televisión que los organismos policiales habían sido “infiltrados por la derecha”.
La represión contra los manifestantes no sólo utiliza organismos policiales y militares, sino que ha incorporado la participación de grupos paramilitares para disolver violentamente las manifestaciones. Un miembro de Provea, ONG de derechos humanos, fue secuestrado, golpeado y amenazado de muerte por uno de ellos en el oeste de Caracas. El presidente Maduro ha estimulado públicamente la actuación de estos grupos, a los cuales denomina “colectivos”.
El gobierno venezolano actualmente controla todas las estaciones de televisión, y ha amenazado con sanciones a las radios y periódicos que transmitan informaciones sobre las manifestaciones. Por ello, el espacio privilegiado para la difusión de información han sido las redes sociales informáticas, especialmente twitter. El uso de dispositivos tecnológicos personales ha permitido grabar y fotografíar ampliamente las agresiones de los cuerpos de represión. Organizaciones de derechos humanos reportan que en todo el país los detenidos (muchos de ellos ya liberados), han sobrepasado los 400, y que han sufrido torturas –incluyendo denuncias sobre abuso sexual-, tratos crueles, inhumanos y degradantes. Cuando esto se escribe 5 personas han sido asesinadas en el marco de manifestaciones.
En sus discursos Nicolás Maduro estimula que los manifestantes en su contra asuman posiciones más radicales y violentas. Automáticamente, sin ninguna investigación criminalística, afirma que cada persona fallecida ha sido asesinada por los propios manifestantes, a quienes descalifica permanentemente con todos los adjetivos posibles. Sin embargo, esta beligerancia parece que no está siendo compartida por todo el movimiento chavista, pues muchas de sus bases se encuentran a la expectativa de lo que pase, sin expresiones activas de apoyo. Maduro ha logrado movilizar únicamente a los empleados públicos en las escasas manifestaciones de calle que ha realizado. A pesar de la situación y debido a la grave situación económica que enfrenta, Nicolás Maduro continúa tomando medidas económicas de ajuste, siendo la mas reciente el aumento de la Unidad Tributaria.
El aparato de Estado reitera permanentemente que enfrenta un “Golpe de Estado”, que repetiría lo sucedido en Venezuela en abril del 2002. Esta versión ha logrado neutralizar a la izquierda internacional, la cual ni siquiera ha expresado su preocupación por los abusos y muertos en manifestaciones.
Las protestas se realizan en muchos puntos del país y carecen de un centro de dirección, siendo convocadas a través de redes sociales. En los manifestantes hay opiniones diversas sobre los partidos políticos opositores, por lo que es posible encontrar tantas expresiones de apoyo a los mismos como de rechazo. En el caso de Caracas son protagonizadas especialmente por sectores de clase media y universitarios. En el interior del país, en cambio, se han incorporado sectores populares a la protesta. En Caracas las peticiones son mayoritariamente políticas, libertad para los detenidos y renuncia del presidente, mientras que en el interior del país incorporan demandas sociales, como la crítica a la inflación, la escasez y la falta de servicios básicos. Aunque algunas protestas se han tornado violentas, y algunos manifestantes han utilizado armas de fuego contra policías y paramilitares, la mayoría de las protestas, especialmente fuera de Caracas, siguen siendo pacíficas.
La izquierda revolucionaria independiente venezolana (anarquistas, sectores del trotsquismo y del marxismo-leninismo-guevarismo) no tiene ninguna incidencia en esta situación y somos simple espectadores. Algunos estamos denunciando activamente la represión estatal y ayudando a las víctimas de violación a los derechos humanos. Venezuela, un país históricamente petrolero, posee niveles bajos de cultura política en la población, por lo que los manifestantes opositores tienen el mismo problema de “contenidos” que las bases de apoyo al oficialismo. Pero mientras la izquierda internacional les continúe dando la espalda y apoye acríticamente la versión estatal de golpe de Estado, deja a miles de manifestantes a merced de los discursos más conservadores de los partidos políticos de oposición y sin referentes anticapitalistas, revolucionarios y de cambio social que pudieran influenciarlos. En este sentido la detención de Leopoldo López, líder conservador opositor, intenta que su figura se convierta en centro de una dinámica movimientista que hasta el momento que esto se escribe, había superado a los partidos políticos opositores al gobierno de Nicolás Maduro.
¿Qué pasará en el corto plazo? Creo que nadie lo sabe con exactitud, especialmente los propios manifestantes. Los acontecimientos están en pleno desarrollo